"Como
personalidad televisiva y periodista afgana, siempre he intentado
reforzar la presencia de la mujer en los medios, organizarlas,
unirlas, hacerlas
más fuertes y trabajar conjuntamente por mejorar las condiciones
y el estatus
de la mujer en Afganistán. Los medios son una herramienta
importante que siempre han jugado un papel relevante en el progreso
de las sociedades."
Este
es un extracto del discurso que la periodista afgana Jamila Mujamed
pronunció al recoger el premio 'Columnistas del mundo'
del diario El Mundo.
"Estoy
aquí para recibir el premio Columnistas del Mundo de 2005
en honor de Julio Fuentes y de Julio Anguita Parrado,que murieron
en Afganistán y en Irak cumpliendo con su deber. Aunque
tampoco olvido la figura de José Luis López de Lacalle.
No tuve la oportunidad de conocerles personalmente, y en especial
a Julio Fuentes, que perdió su vida en mi país,
pero sé que era un verdadero profesional, un hombre de
una inmensa bondad [...].
[...]Los
nombres que he recordado pertenecen a personas valientes y comprometidas
que perdieron su vida en la noble
causa de la búsqueda y exposición de la verdad y
de nuestra realidad. Por ejemplo, Julio Fuentes fue a Afganistán
para mostrar la posguerra del país y los problemas a los
que la gente se enfrentaba tras el terror y el fundamentalismo.
Estaba allí para colocar el país de nuevo en el
punto de mira de los europeos y en particular de los españoles.
Afganistán casi quedó borrada de la memoria colectiva
de la comunidad internacional.
Este
premio significa mucho para mí y para todas las mujeres
afganas. [...] Significa que el jurado ha tenido en cuenta
mi esfuerzo y mi lucha desde los medios de comunicación
a favor de los derechos de la mujer y la mejora de su
situación tras las restricciones y el extremismo.
La
sociedad conservadora, el extremista Gobierno talibán y
el terrorismo le han arrebatado demasiadas cosas a las
mujeres de este país, que se vieron recluidas en sus casas
durante ese tiempo. Tras quitarles el derecho básico a
poder trabajar y a obtener una educación, las obligaron
a vestir el burka cuando salían e ir acompañadas
de un familiar varón.
Después
de la era talibán y terrorista, en ciudades como Kabul,
Herat, Mazar y alguna más, las mujeres pueden ahora
salir a la calle cubiertas con tan sólo un pañuelo
y trabajar en oficinas, asistir a los colegios y universidades
y participar
en los asuntos políticos, sociales y culturales del país.
La enorme participación de la mujer en las elecciones presidenciales
y parlamentarias, a pesar de todas las trabas y dificultades,
dejaron una cosa clara: las mujeres afganas reclaman sus derechos
y están haciendo algo para obtenerlos.
Las
mujeres tienen el 25% de los escaños en el Parlamento y
han obtenido más derechos constitucionales. Pero eso
no es todo. Occidente no debe pensar que Afganistán es
un país donde las mujeres han pasado, en muy poco tiempo,
de una restricción absoluta a una libertad total. Con la
excepción de Kabul y de algunas grandes ciudades, la situación
en las provincias es completamente diferente. Todavía no
existe libertad ni igualdad de derechos para las mujeres en
todas las regiones del país.
En
algunas zonas la situación no ha mejorado mucho desde el
periodo talibán. Las mujeres no pueden salir de sus
casas, trabajar o estudiar. Todavía sufren las restricciones,
el fundamentalismo y las tradicionales leyes tribales. [...].
Sin
embargo hay algo que nos infunde esperanza para un futuro mejor,
la inconclusa y continuada lucha de las mujeres afganas que sin
temor alguno trabajan a favor de sus derechos, de la igualdad
de sexos, de la mejora de la
infraestructura educativa para las niñas y las mujeres
y para mejorar la salud femenina.
Como
personalidad televisiva y periodista afgana, siempre he intentado
reforzar la presencia de la mujer en los medios, organizarlas,
unirlas, hacerlas más fuertes y trabajar conjuntamente
por mejorar las condiciones y el estatus de la mujer
en Afganistán. Los medios son una herramienta importante
que siempre han jugado un papel relevante en el progreso de
las sociedades.
Tanto
yo como mis compañeras que luchan desde la prensa y los
medios, hemos obtenido un mayor impacto en los
últimos cuatro años. Hemos intentado animar a las
mujeres para que participen en las grandes cuestiones políticas,
sociales, culturales y económicas del país. [...].
Les hemos animado a que ejerzan esos derechos para un futuro mejor.
Pero
mi lucha me ha enfrentado a grandes retos y obstáculos,
incluyendo el extremismo y la controversia tradicionalista.
He
sido amenazada de muerte de muchas maneras en muchas ocasiones.Y
me han pedido que cese mis actividades
dirigidas a reforzar a la mujer pero nunca he hecho caso y, sin
demasiado temor he continuado la lucha. Podríamos hacer
mucho más a favor de las mujeres pero necesitamos el apoyo
de la comunidad internacional. [...].
Por
último debo agradecerle a El Mundo, y en particular a España,
el haber enviado a sus hijos e hijas a Afganistán para
garantizar la paz, la seguridad y la democracia en este país
duramente castigado. También deseo expresar mis
condolencias a las familias que perdieron a sus seres queridos
en Afganistán en el cumplimiento de su deber. Pero
sepan que siempre estarán en nuestro pensamiento y en nuestro
corazón porque ellos arriesgaron sus vidas ante el
peligro para garantizar que nosotros pudiéramos vivir en
paz y seguros.
Jamila
Mujamed tenía sólo nueve años cuando Sardar
Mohammed Daoud derrocó a su hermano, el rey Zahir, y terminó
con el periodo más largo de estabilidad de su país
(1933-1973).
Al
cabo de cuatro años más, el Partido Democrático
del Pueblo asesinó a Daoud. Estados Unidos armó
a la oposición (grupos de extremistas islámicos)
para que combatieran a Kabul mientras la URSSintroducía
a sus tropas en el país.
En
la Kabul prosoviética creció Mujahed, hija de una
familia de clasemedia, cuya carrera profesional se consolidó
antes de que las tropas soviéticas abandonaron el país
(1989).
Mujahed
consiguió un puesto en la televisión estatal en
el que se mantuvo hasta que el acoso de los extremistas
islámicos liquidó el precario régimen de
Kabul en 1996.
La
periodista redujo su vida civil a la clandestinidad y esperó
a que los estadounidenses entraran en su ciudad en
noviembre de 2001 derrocando a los talibán. Mujahed las
recibió emitiendo en las ondas de radio gracias a un
generador casero.
Aún
en 2001, se puso ante las cámaras de la renacida televisión
afgana.
Después
llegó la fundación de ‘Malalai’, su
salto a la radio y su entrada en la política como candidata
en las elecciones
de 2005.
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Publicado
en El
Mundo Digital (Novembre 2005)
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